jueves, 28 de enero de 2016

Crítica "Nadie quiere la noche" - Isabel Coixet -

- EXPEDICIÓN AL ÁNIMA  -


Curioso el ejercicio que realiza Isabel Coixet en esta coproducción Española/Francesa/Búlgara, consiguiendo narrar un drama intimista y sentimental en el escenario más desgarrador y gélido del planeta. Una llamarada de sentimentalismo que verdaderamente nos hará tiritar.

En "Nadie quiere la noche" se nos cuenta la historia de Josephine Peary, una mujer obstinada en realizar una expedición al polo Norte con el único fin de encontrarse con su marido, a riesgo de perder su vida y la de muchas otras personas que le acompañarán en este arriesgado viaje. Estamos ante un personaje realmente testarudo, terco, orgulloso y tremendamente arrogante. Sin embargo, lo interesante que guarda este film es el guiño metafórico que se le da a este viaje. Lo importante, veremos a lo largo del desarrollo de la trama, no es el viaje como aventura, sino un viaje mucho más íntimo. Un viaje personal y para el que no hay que comprar billete.

El tono de la película cambia totalmente desde el momento en que la acción se "congela". Desde que la historia queda confinada al espacio de una cabaña habitada por nuestra protagonista y una joven Inut (magníficamente interpretada por la actriz japonesa Rinko Kikuchi), quienes deben pasar todo un invierno en la gélida noche del Polo. Es en ese momento cuando la valentía se torna en temeridad. Y el análisis que realiza de este momento nuestra directora catalana destila una calidad inigualable.

El instinto de supervivencia lo impregna todo. No deja de ser curioso que es justo en esos momentos, en los de mayor inmisericordia, cuando el corazón de Josephine comienza a derretirse. Su orgullo se resquebraja y esto da pie a las escenas más emotivas del largometraje. Dos mujeres, dos seres humanos que deben enfrentarse contra la naturaleza, sacrificándose la una por la otra sin más expectativas que la de superar una noche interminable. Se produce en estos momentos el desnudo de la trama. Un maravilloso orgasmo cinematográfico que consigue que el espectador se olvide de la absurda decisión que llevó a nuestra protagonista ante tal situación. Y entonces, con la historia en cueros, esquelética y totalmente minimalista, el espectador disfruta. Porque cuando no se tiene nada, la persona no puede mentir y se tiene que mostrar tal y como es. No hay fronteras ni culturas. No existe Mi Mundo y Tu Mundo cuando hay que enfrentarse al invierno polar. Cuando hay que enfrentarse Al Mundo.

Desde Cine-Club Cerbuna nos unimos en esta expedición y les pedimos que nos acompañen. Prometemos que, al menos, no pasarán frío. Les eperamos durante el fin de semana.

Nos seguimos leyendo¡¡

sábado, 23 de enero de 2016

Crítica Taxi Teherán - Jafar Panahi -

- BAJADA DE BANDERA CULTURAL -


Hay películas cuyo trasfondo importa más bien poco y es el propio argumento del film el que se encarga de erizarnos el cabello. Taxi Teherán, sin embargo, bebe de su peculiar historia preliminar. Su director, Jafar Panahi, durante estos últimos años, ha sufrido un infierno en su Irán natal. En 2010 fue condenado a 6 años de cárcel y a 20 de inhabilitación para hacer cine. Finalmente, y gracias a un gran apoyo internacional por parte de directores de la talla de Steven Spielberg o los hermanos Coen, consiguió dejar las rejas tras 88 días sufriendo el maltrato por parte de los guardias de seguridad. Y esto es lo que hace bello al cine: Lo que el espectador no es capaz de ver a menos que quiera verdaderamente enterarse de la película. 

Con Taxi Teherán asistimos a un espectáculo de lo más dantesco que se desarrolla en poco más de 1 hora en un taxi. Una oda al anhelo de la libertad de expresión. Una composición de una humilde metáfora sobre la situación actual que vive Irán. Un mundo que se ve difuminado a través de un cristal y sin posibilidad de moverse independientemente. Un grillete que encarcela los sentidos y anula a la persona. 

Con este "pseudo-documental" no sabemos si lo que se ve es real o es ficción. Con una pequeña cámara en el salpicadero del coche, nuestro director se dedica a filmar a distintos personajes (a cada cual más variopinto)  que suben y bajan del taxi con total naturalidad. Y es ahí dentro, a modo de confesionario, donde se desarrolla la historia. Lo importante no es la calidad de la imagen, del sonido o de las interpretaciones (que no se llega a averiguar si están guionizadas o no), sino las conversaciones. Una vez más asistimos a un espectáculo dónde la importancia la cobra la palabra. Donde es el diálogo lo que guarda el misterio. La historia es sencilla. Atrevería a decir que roza lo aburrido. Sin embargo, estaríamos cometiendo un error juzgando con el mismo yugo películas de este tipo con las que estamos acostumbradas a ver. Inapetente o no, lo importante son los temas que en ella se relatan. Debates sobre la condena a muerte, la piratería, la libertad de la  mujer, la censura al cine o incluso grande guiños al consumismo dirigido. No se la puede criticar de ser maniqueista , dado que el debate que propone el director es continuo en cada uno de los temas que se tratan. Sin embargo no es él quien se dedica a soltar ciertas puyas sino que les cede esta licencia al resto de pasajeros, quienes, a modo de comedia, van desgranando cada una de las vicisitudes que encuentran en el día a día para ser realmente felices. Porque está claro que no hay una crítica más feroz que la tratada a través de la comedia y del simbolismo  que tanto adora este director.

Taxi Teherán supone un canto a la libertad y un mensaje de apoyo a todas esas personas que buscan soltar los pájaros de la cultura y que echen a volar, a riesgo de enfrentarse con los "cazadores". Una película que no necesita más, puesto que no es una película.

Desde Cine-Club Cerbuna nos montamos en este Taxi para realizar durante hora y media un viaje cultural que no tiene precio. Conductor¡¡ Baje la bandera y acción¡¡

sábado, 16 de enero de 2016

Crítica "Dheepan" - Jacques Audiard


- LOS OLVIDADOS -

Pocas veces se vive la guerra desde un punto de vista íntimo. Desde el punto de vista del soldado que debe convivir con ella. Con el ruido de balas silvando cerca de su cabeza. De gritos de dolor  y desesperación. De ver llorar a los hombres que jamás imaginarías que lo harían. Para dejarla atrás no basta con quemar el uniforme, cambiar de pasaporte, abordar a una mujer y hacerla pasar por tu esposa y recoger a una huérfana para simular ser una familia "estructurada" y solicitar así asilo en Europa. Las secuelas siguen ahí. En el peor sitio de todos: En la cabeza de uno mismo. Unas pesadillas que martirizan, esclavizan, martillean y acribillan hasta acabar con todo pequeño atisbo de paz que esté alojado en tu cerebro. Una muerte en vida.

Con "Dheepan" nos encontramos ante una cinta valiente, ambiciosa y de imperiosa necesidad. Aborda sin complejos la temática que ha colapsado los telediarios de medio mundo este pasado verano: La emigración desde países pobres y devastados por las hostilidades hacia la plácida y benigna Europa. La búsqueda de la panacea universal que ponga fin a tantos años de dolor, combates, pérdidas de familiares...Y es aquí donde comienza el olvido. Cuando Europa vuelve a darles a estas personas una bofetada de dura realidad. Un largo viaje que termina con extremas dificultades en la integración debido a las perturbaciones que se arrastran, a la hostilidad y falta de facilidades que uno encuentra,. A los no menos terribles choques, pugnas y exterminios que acontecen en algunos países de acogida debido a la droga, a las mafias y al crimen.

El catálogo de trifulcas, enfrentamientos y brutalidades que se aborda a lo largo de la cinta es inagotable. Si bien el problema está correctamente planteado, en ciertas ocasiones la dispersión temática es excesiva, no sabiéndose muy bien lo que se nos pretende contar. Un devenir de ferocidad que resulta difícil de digerir pese a la cruda realidad del asunto. Y es aquí cuando uno se pregunta ¿por qué? ¿Por qué no somos capaces de aceptar esta realidad? Es bastante probable que mientras ustedes lean esta crítica o mientras la estoy escribiendo, miles de familias están caminando hambrientos con su hijos por las fronteras de Hungría, o en una barcaza  que muy probablemente sea alimento para los peces marinos en pocos días.  Al menos recapaciten.

Con "Dheepan", Jacques Audiard pretende que la bofetada de realidad nos la llevemos nosotros.  Que pese al ambiguo final que presenta, la exuberancia temática de la cinta y su audaz acometida narrativa sirva para poner nombre a esas personas. A los que sufren, a los que caminan, a los que surcan los mares sin ser marineros y a los que luchan por un futuro mejor. Un nombre a los olvidados. 


Nos vemos este fin de semana en Cine-Club Cerbuna. Un saludo y nos seguimos leyendo.