lunes, 29 de febrero de 2016

Crítica Truman -Cesc Gay-

- NO HACEN FALTA ALFORJAS PARA ESTE VIAJE, EN ESTE MUNDO ENFERMO  -


Y es que a las cinco de la mañana, cuando uno está realmente jodido y necesita ayuda, necesita un hombro en el que apoyarse ¿a quién llama? Seguro que son pocos los nombres que  te vienen a la cabeza. Pecando de vagos, podíamos acabar aquí con la crítica, dejando que cada uno interprete estas cuatro líneas como quisiera, porque seguro que acierta. Porque de eso va la película. Una historia desgarradora y emotiva traída de la mano del director español Cesc Gay que no ha dejado indiferente a nadie.

Nos encontramos con una película que eriza el cabello. Un filme de sentimientos encontrados, dureza de silencios que hablan a través de aquello que no se comunica pero que todo el mundo entiende. Un largometraje que no habla de muerte, sino de cómo dejar la vida. De despojarnos de todo aquello que nos hace hombres y mujeres de una sociedad para convertirnos en personas. De abandonar nuestro ego, nuestra vergüenza, nuestros miedos y de gritar. Porque sólo te queda eso. Segundos descontando de una vida qué solo tu sabes si la has vivido profundamente. Y a partir de ese punto, la película echa a andar. 

Resulta curiosa la elegancia, la vitalidad y el humor con el que el director catalán realiza el acercamiento doloroso y violento de la muerte. Un sopapo de realidad en el espectador que nada tiene de utópico. Una presentación de valores en peligro de extinción que anhelamos recuperar. Porque nos rechina la amistad sin contrapartida. Siempre queremos una moneda de cambio. Siempre queremos sentirnos reconfortados con nosotros mismos y a la larga ver que hemos sacado beneficio. Porque vivimos en un mundo que nos devora. Y mientras, ilusos de nosotros, creemos que todavía somos los cazadores.  Porque no quedan amistades como la que vamos a ver. "Porque la vida no es como la has visto en el cine" (- Cinema Paradiso-)

Y es aquí cuando toca quitarse el sombrero. Porque los dos personajes de esta obra llevados a escena por Ricardo Darín y Javier Cámara , se abren en canal para construir una química apabullante. Es que no hay nada que reprochar. Es maravilloso. Vemos una naturalidad y realismo en sus actuaciones que sorprende. Perdonen la vulgaridad pero resulta un orgasmo para  ojos y oidos. Los actores han pisado el guión, el argumento y han sabido descatalogar a la película como un drama lacrimógeno a los que estamos acostumbrados hoy en día.

Pese a todo, no les voy a engañar. Seguramente lloren. Puede que por la dureza del tema. Por su final. Porque la película nos cuenta una historia real a la que todo el mundo tiene entrada para ser espectador. O porque no se quieran dar cuenta, aunque lo vean, que la vida que están viviendo es bastante "perra". Porque al fin y al cabo, todos somos Truman.

Nos seguimos leyendo. 

miércoles, 24 de febrero de 2016

Crítica Macbeth - Justin Kurzel -

- ¡ARRIBA EL TELÓN!  -


Y es que no se puede empezar de ninguna otra manera esta crítica. Universalmente aceptada como una de las grandes tragedias de William Shakespeare, Macbeth ha sido objeto de escasas pero aplaudidas versiones cinematográficas, como las dirigidas por Orson Welles, Akira Kurosawa o Roman Polanski. Justin Kurzel no se ha quedado atrás y ha sabido adaptar con gran atino este "pseudo-blockbuster" a la gran pantalla.

¿Por dónde empezar? La película tiene un implacable perfeccionismo. La belleza y contundencia del texto es una joya, cargado de una profundidad psicológica en cada palabra que cada segundo es un regalo para los oidos. La película guarda una honestidad ante el texto original de Shakespeare que para algunos puede llegar a resultar pesada de interiorizar pero que particularmente, en ese detalle , reside su belleza. La narración es desgarrada e intensa, con un peso dramático y un trasfondo fílmico con elementos suficientes para resonar en la audiencia con el paso de los años.

El reparto e interpretación es sobresaliente. Fassbender y Cotillard nos regalan  una exhibición de belleza corporal y dotes interpretativas que no veía desde hacía mucho tiempo. Todo esto se ve reforzado por su forma visual, que intensifica de forma mayúscula la sensación de opresión y el aspecto psicológico de Macbeth en su camino a la locura. La habilidad del director para jugar con los colores está también latente. El color rojo con ciertos matices ocres ofrecen ese carácter simbólico al paisaje de bestialidad que nuestro protagonista, cegado por sus ansias de poder y hastiado por un destino tormentoso, es incapaz de ver.

La escenificación roza lo divino. Cada brizna de viento que agita la hierba parece estar colocada a conciencia. Las montañas, los ríos, la nieve...Detalles que congelan el corazón del espectador por un instante para dejarle respirar un poco entre fotograma y fotograma.

Y es que la película nos conduce verdaderamente a la locura. Al éxtasis visual, auditivo y mental. A llegar a emocionarte acompañando a Macbeth en su caída a los infiernos. Y es que ya lo dice nuestro protagonista: "La vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, que no tiene ningún sentido". En esta ocasión, debo darte las gracias Justin Kurzerl, Michael Fassbender y Marion Cotillar por darle sentido. Por tanto ruido y tanta furia.

¿Qué más decirles? Creo que sobran las palabras. En esta ocasión dejaremos que hable el cine, porque estamos ante una película digna de ser teatro. Nada de luz cámaras y acción. En esta ocasión nos atrevemos a decir: ¡Arriba el telón! (y mucha mierda)

Nos seguimos leyendo.

jueves, 18 de febrero de 2016

Crítica "El hijo de Saúl" - László Nemes

- MI LUCHA -


El Holocausto es una de las épocas históricas que más nos perturba. Historias como La Lista de Schindler o El Pianista fueron capaces de estremecernos. Otras como El niño con el Pijama de Rayas nos dieron otro enfoque del mismo horror. "El hijo de Saúl" se ambienta en ese mismo sórdido marco pero nos lleva a una de sus partes más terribles.


Los campos de concentración nazis, pese a estar dirigidos por ellos, se valían de los propios judíos para funcionar. Eran judíos los que introducían los cadáveres en los hornos. Algunos médicos semitas se veían obligados a seguir lo que ordenaba la demencia de sus líderes nazis. Uno de esos judíos que intentaba salvar su vida un tiempo más a cambio de trabajar para los nazis es Saúl (Géza Röhrig). Su tarea consistía en llevar a judíos como él a la cámara de gas, quitarles sus pertenencias y luego llevar los cuerpos al horno. Hasta que un día, un chico sobrevive al gas y decide hacer algo por él.

El Hijo de Saúl es la primera incursión de László Nemes en la dirección de largometrajes, aunque no por ello la factura de la película se resiente. Una de las decisiones más visibles es la elección de un encuadre "antiguo'', no panorámico como estamos acostumbrados desde hace décadas. Esos cuadros cerrados, centrados en la persona, nos llevan a una visión muy personal: por un lado, nos sentimos como una persona atrapada dentro de ese caos y, a la vez, una sensación de tensión nos invade. Puede llegar a ser inquietante, y para mí es un acierto ya que no sólo no distrae sino que mejora la sensación.


Este fin de semana presentamos la película en versión original subtitulada al español. Esto no debe asustarnos, la imagen habla por si misma. A medida que avanza la cinta nos sumergimos en ese mundo de desesperación, y llegamos a la conclusión de que el empeño de Saúl es la decisión más natural ante una situación desesperada. Gracias a los planos cortos y centrados simpatizamos con él, con su expresión seria, decidida pese a que a cada paso que da, arriesga su vida. Todo por un poco de dignidad.
 

lunes, 8 de febrero de 2016

Crítica "Langosta" - Yorgos Lanthimos

- A LAS MARISCADAS  -


Permítanme la licencia de comenzar informándoles que la película que van a ver este fin de semana no les agradará. Y ahí reside su maravilla. No busquen confort cuando vayan a ver "Langosta"  porque no lo van a encontrar. Lanthimos ha trabajado en cada plano de tal manera que, su composición, tanto individual como conjunta, hace que el espectador experimente una sensación de soledad, aislamiento y desamparo desgarradora. Tranquilícense y déjenme explicarme.

"Langosta" desarrolla su historia caricaturizando valores y prejuicios reales de la sociedad actual: tener pareja es lo deseable; no tenerla es desolador. La historia está estructurada en dos grandes partes. La primera de ellas se centra en las diferentes instalaciones de un hotel creado especialmente para solteros. Estos, en un plazo de no más de 45 días deben buscar pareja. De no hacerlo, se convertirán en un animal que ellos mismos elijan. La estancia se puede alargar mediante las cacerías diarias. No les informaré sobre estas "pseudo-cazas"  porque prefiero que juzguen ustedes mismos. La segunda parte está rodada en un bosque (que encantador todo, ¿verdad?). Esta arboleda representará las yuxtaposición de los valores de lo que podríamos llamar "la sociedad civilizada" . Y esta es toda la historia. ¿Parece simple no es cierto? Nada más lejos de la realidad. 

La película juega mucho con la imagen. Al principio del film podemos observar planos muy generales, mientras que conforme se desarrolla, estos pasan a ser mucho más cerrados. Está claro que Yorgos sabe lo que hace, intentando provocar esa sensación de claustrofobia en el espectador poco a poco. Disfrutando de una pequeña "tortura" visual. Una crítica al concepto de amor y pareja que radia imaginación como pocas distopías lo han hecho en los últimos años.

Asistimos pues a una mutilación constante del individuo y el colectivo a través del amor, el sexo y la sublimación de las pasiones. Los diálogos son especialmente duros. Cargados de humor negro, de palabras desgarradoras, de impudicia y desvergüenza. El director de "Canino" está claro que no ha querido dejarse nada en el tintero y ha obtenido una obra que, pese a que no a todo el mundo le resulte agradable, es trágicamente bella. 

Desde Cine-Club Cerbuna les ofrecemos , por el momento, poder disfrutar del largometraje. El marisco esta vez no lo podrán saborear. Dejemos pues que hable la pantalla.

Un saludo y nos seguimos leyendo¡¡ 
 

jueves, 28 de enero de 2016

Crítica "Nadie quiere la noche" - Isabel Coixet -

- EXPEDICIÓN AL ÁNIMA  -


Curioso el ejercicio que realiza Isabel Coixet en esta coproducción Española/Francesa/Búlgara, consiguiendo narrar un drama intimista y sentimental en el escenario más desgarrador y gélido del planeta. Una llamarada de sentimentalismo que verdaderamente nos hará tiritar.

En "Nadie quiere la noche" se nos cuenta la historia de Josephine Peary, una mujer obstinada en realizar una expedición al polo Norte con el único fin de encontrarse con su marido, a riesgo de perder su vida y la de muchas otras personas que le acompañarán en este arriesgado viaje. Estamos ante un personaje realmente testarudo, terco, orgulloso y tremendamente arrogante. Sin embargo, lo interesante que guarda este film es el guiño metafórico que se le da a este viaje. Lo importante, veremos a lo largo del desarrollo de la trama, no es el viaje como aventura, sino un viaje mucho más íntimo. Un viaje personal y para el que no hay que comprar billete.

El tono de la película cambia totalmente desde el momento en que la acción se "congela". Desde que la historia queda confinada al espacio de una cabaña habitada por nuestra protagonista y una joven Inut (magníficamente interpretada por la actriz japonesa Rinko Kikuchi), quienes deben pasar todo un invierno en la gélida noche del Polo. Es en ese momento cuando la valentía se torna en temeridad. Y el análisis que realiza de este momento nuestra directora catalana destila una calidad inigualable.

El instinto de supervivencia lo impregna todo. No deja de ser curioso que es justo en esos momentos, en los de mayor inmisericordia, cuando el corazón de Josephine comienza a derretirse. Su orgullo se resquebraja y esto da pie a las escenas más emotivas del largometraje. Dos mujeres, dos seres humanos que deben enfrentarse contra la naturaleza, sacrificándose la una por la otra sin más expectativas que la de superar una noche interminable. Se produce en estos momentos el desnudo de la trama. Un maravilloso orgasmo cinematográfico que consigue que el espectador se olvide de la absurda decisión que llevó a nuestra protagonista ante tal situación. Y entonces, con la historia en cueros, esquelética y totalmente minimalista, el espectador disfruta. Porque cuando no se tiene nada, la persona no puede mentir y se tiene que mostrar tal y como es. No hay fronteras ni culturas. No existe Mi Mundo y Tu Mundo cuando hay que enfrentarse al invierno polar. Cuando hay que enfrentarse Al Mundo.

Desde Cine-Club Cerbuna nos unimos en esta expedición y les pedimos que nos acompañen. Prometemos que, al menos, no pasarán frío. Les eperamos durante el fin de semana.

Nos seguimos leyendo¡¡

sábado, 23 de enero de 2016

Crítica Taxi Teherán - Jafar Panahi -

- BAJADA DE BANDERA CULTURAL -


Hay películas cuyo trasfondo importa más bien poco y es el propio argumento del film el que se encarga de erizarnos el cabello. Taxi Teherán, sin embargo, bebe de su peculiar historia preliminar. Su director, Jafar Panahi, durante estos últimos años, ha sufrido un infierno en su Irán natal. En 2010 fue condenado a 6 años de cárcel y a 20 de inhabilitación para hacer cine. Finalmente, y gracias a un gran apoyo internacional por parte de directores de la talla de Steven Spielberg o los hermanos Coen, consiguió dejar las rejas tras 88 días sufriendo el maltrato por parte de los guardias de seguridad. Y esto es lo que hace bello al cine: Lo que el espectador no es capaz de ver a menos que quiera verdaderamente enterarse de la película. 

Con Taxi Teherán asistimos a un espectáculo de lo más dantesco que se desarrolla en poco más de 1 hora en un taxi. Una oda al anhelo de la libertad de expresión. Una composición de una humilde metáfora sobre la situación actual que vive Irán. Un mundo que se ve difuminado a través de un cristal y sin posibilidad de moverse independientemente. Un grillete que encarcela los sentidos y anula a la persona. 

Con este "pseudo-documental" no sabemos si lo que se ve es real o es ficción. Con una pequeña cámara en el salpicadero del coche, nuestro director se dedica a filmar a distintos personajes (a cada cual más variopinto)  que suben y bajan del taxi con total naturalidad. Y es ahí dentro, a modo de confesionario, donde se desarrolla la historia. Lo importante no es la calidad de la imagen, del sonido o de las interpretaciones (que no se llega a averiguar si están guionizadas o no), sino las conversaciones. Una vez más asistimos a un espectáculo dónde la importancia la cobra la palabra. Donde es el diálogo lo que guarda el misterio. La historia es sencilla. Atrevería a decir que roza lo aburrido. Sin embargo, estaríamos cometiendo un error juzgando con el mismo yugo películas de este tipo con las que estamos acostumbradas a ver. Inapetente o no, lo importante son los temas que en ella se relatan. Debates sobre la condena a muerte, la piratería, la libertad de la  mujer, la censura al cine o incluso grande guiños al consumismo dirigido. No se la puede criticar de ser maniqueista , dado que el debate que propone el director es continuo en cada uno de los temas que se tratan. Sin embargo no es él quien se dedica a soltar ciertas puyas sino que les cede esta licencia al resto de pasajeros, quienes, a modo de comedia, van desgranando cada una de las vicisitudes que encuentran en el día a día para ser realmente felices. Porque está claro que no hay una crítica más feroz que la tratada a través de la comedia y del simbolismo  que tanto adora este director.

Taxi Teherán supone un canto a la libertad y un mensaje de apoyo a todas esas personas que buscan soltar los pájaros de la cultura y que echen a volar, a riesgo de enfrentarse con los "cazadores". Una película que no necesita más, puesto que no es una película.

Desde Cine-Club Cerbuna nos montamos en este Taxi para realizar durante hora y media un viaje cultural que no tiene precio. Conductor¡¡ Baje la bandera y acción¡¡

sábado, 16 de enero de 2016

Crítica "Dheepan" - Jacques Audiard


- LOS OLVIDADOS -

Pocas veces se vive la guerra desde un punto de vista íntimo. Desde el punto de vista del soldado que debe convivir con ella. Con el ruido de balas silvando cerca de su cabeza. De gritos de dolor  y desesperación. De ver llorar a los hombres que jamás imaginarías que lo harían. Para dejarla atrás no basta con quemar el uniforme, cambiar de pasaporte, abordar a una mujer y hacerla pasar por tu esposa y recoger a una huérfana para simular ser una familia "estructurada" y solicitar así asilo en Europa. Las secuelas siguen ahí. En el peor sitio de todos: En la cabeza de uno mismo. Unas pesadillas que martirizan, esclavizan, martillean y acribillan hasta acabar con todo pequeño atisbo de paz que esté alojado en tu cerebro. Una muerte en vida.

Con "Dheepan" nos encontramos ante una cinta valiente, ambiciosa y de imperiosa necesidad. Aborda sin complejos la temática que ha colapsado los telediarios de medio mundo este pasado verano: La emigración desde países pobres y devastados por las hostilidades hacia la plácida y benigna Europa. La búsqueda de la panacea universal que ponga fin a tantos años de dolor, combates, pérdidas de familiares...Y es aquí donde comienza el olvido. Cuando Europa vuelve a darles a estas personas una bofetada de dura realidad. Un largo viaje que termina con extremas dificultades en la integración debido a las perturbaciones que se arrastran, a la hostilidad y falta de facilidades que uno encuentra,. A los no menos terribles choques, pugnas y exterminios que acontecen en algunos países de acogida debido a la droga, a las mafias y al crimen.

El catálogo de trifulcas, enfrentamientos y brutalidades que se aborda a lo largo de la cinta es inagotable. Si bien el problema está correctamente planteado, en ciertas ocasiones la dispersión temática es excesiva, no sabiéndose muy bien lo que se nos pretende contar. Un devenir de ferocidad que resulta difícil de digerir pese a la cruda realidad del asunto. Y es aquí cuando uno se pregunta ¿por qué? ¿Por qué no somos capaces de aceptar esta realidad? Es bastante probable que mientras ustedes lean esta crítica o mientras la estoy escribiendo, miles de familias están caminando hambrientos con su hijos por las fronteras de Hungría, o en una barcaza  que muy probablemente sea alimento para los peces marinos en pocos días.  Al menos recapaciten.

Con "Dheepan", Jacques Audiard pretende que la bofetada de realidad nos la llevemos nosotros.  Que pese al ambiguo final que presenta, la exuberancia temática de la cinta y su audaz acometida narrativa sirva para poner nombre a esas personas. A los que sufren, a los que caminan, a los que surcan los mares sin ser marineros y a los que luchan por un futuro mejor. Un nombre a los olvidados. 


Nos vemos este fin de semana en Cine-Club Cerbuna. Un saludo y nos seguimos leyendo.